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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Remolque por automóvil o torno
por RUDOLF KNIEZ

La enseñanza por remolque con auto y torno ha contri­buido en gran medida a la expansión del vuelo sin motor, y aun cuando sea un método que entre especialistas es a veces desconocido o discutido, no hay que considerarle como si no se emplease ya en el vuelo a vela.
Especialmente en los países llanos, en los que faltan com­pletamente los montes o laderas donde poder emplear el envuelo por tirantes, no solamente ha habido que fomentar el empleo del torno, sino que éste ha sido la salvación de los aficionados al vuelo sin motor.
Aun en las comarcas en las que hay laderas para el empleo de los tirantes, debería practicarse la enseñanza con auto o torno, pues es de gran valor como preparación para el re­molque con avión, así como para la transformación de pilotos en pilotos de avión con motor, y también es de gran impor­tancia, para un grupo de aficionados, disponer de esos medios como complementarios o sustitutivos cuando, por ejem­plo, se tiene en la ladera viento de espaldas o lateral, y no puede emplearse el método ordinario.
Desde luego que el empleo de estos nuevos métodos su­pone que se cuenta con terreno apropiado. El remolque por torno puede emplearse también en una ladera, haciendo, lo que ya se ha ensayado con éxito, que el torno de remolque esté en lo alto de la meseta y remolcar el aparato hacia la ladera. En este caso no es necesario disponer de terreno apropiado, pero el empleo del método exige determinada dirección del viento, porque el torno solamente puede colo­carse en determinado lugar. En cambio el terreno llano tiene la ventaja de que es posible hacer ejercicios con cualquier dirección de viento.
Casi tan antiguo como la historia del vuelo es el vuelo remolcado. Ya desde el año 1910 fue conocido el vuelo re­molcado con auto, motolanchas y caballos en Francia, In­glaterra y América. En Alemania el remolque por auto lo empleó primeramente Wolf Hirth en 1931, en Grunau y más tarde en Hornberg de un modo sistemático, llevándolo al grado de perfeccionamiento que hoy tiene. El remolque por torno lo ensayó con éxito Kronfeld en 1931, en Brunswick.
No puedo dejar de decir en este momento que el remol­que por torno es, sin duda, el más económico de los medios de remolque. Desde luego no hace falta mover el motor a través del aire y, por tanto, no es necesario comunicar acele­ración ni al peso del motor ni al del auto; únicamente hay que mover el aparato que es de poco peso, el cable y el tam­bor, y además no hay resistencias adicionales, como la que produce el aire en un auto en marcha, ni tampoco es nece­sario que el suelo sea liso; como ya se ha dicho, hasta puede montarse el torno en una ladera, y finalmente este procedimiento ­proporciona un envuelo rápido, consiguiendo altura suficiente con reducido consumo de combustible. A esto se añade que, dada la rapidez con que puede ejercitarse la serie de vuelos con el auto o torno, el número de envuelos que se pueden hacer resulta considerablemente aumentado, de modo que si se quiere dar enseñanza intensiva, como a veces suele ocurrir, se pueden hacer diariamente ciento cincuenta despegues en un grupo de quince alumnos, es decir, que cada alumno puede hacer en un día diez envuelos.

FIG 87.  Remolque directo por automóvil. El delgado cable de acero (unos 3 1/2 mm.) se hace visible en mejores condiciones por medio de banderolas de tela o de goma. En donde las circunstancias lo hagan posible se
recomienda el empleo de un cable de cáñamo de 12 - 15 mm. de grueso

El coche que se emplee en el remolque (fig. 87) debe tener motor de suficiente potencia, aproximadamente 50 CV., con facilidad de acelerar y teniendo todos sus mecanismos en perfecto estado de funcionamiento, debiendo hacerse su elección con todo cuidado, por razones de seguridad. Igualmente se debe poner sumo cuidado en la inspección del coche, tanto antes de empezar los ejercicios como durante su eje­cución.
Para el remolque con auto es lo mejor emplear un planeador con tren de partida (El tren de aterrizaje, como se llama corrientemente a este órgano de un avión, se designaba al principio con el nombre, más largo, de tren de partida y aterrizaje, puesto que su objeto es facilitar las dos fases del vuelo de esos nom­bres. El uso ha hecho emplear el nombre más corto de tren de aterrizaje. En este caso, como su objeto principal es facilitar la partida, se le designa con este nom­bre. Lo mismo se hará en lo sucesivo. - N. del T.). Para evitar el desgaste del patín, se le protege con una tira de palastro o un trozo de fleje de acero de la ballesta de un auto, porque en los pri­meros arrastrones el alumno sólo rastrea y su atención se dirige principalmente al timón de dirección para mantener la ruta detrás del auto que avanza. Una vez que ya ha hecho el alumno sus primeros arrastrones, se monta en el planeador una rueda fuerte o un tren de partida con una sola rueda, para que el planeador tenga equilibrio lábil, y así el alumno se ve obligado, no sólo a manejar el timón de dirección, sino también el mando transversal. Luego hay que hacer que el alumno, por medio del timón de altura, mantenga el planea­dor de modo que el patín vaya levantado del suelo, es decir, que el aparato vaya apoyado solamente en la rueda. Una vez que ya se hace esto con seguridad, se puede elevar 1 ó 2 metros sobre el suelo y, a esta altura, ir siguiendo al auto­móvil. El aterrizaje se consigue disminuyendo la velocidad lentamente. Desembragar el aparato del cable se hará, por lo pronto, desde el auto. Una vez que ya se vaya teniendo seguridad, será el alumno mismo el que desembrague a la señal convenida.
Hay que recomendar mucho al alumno, desde el princi­pio, lo siguiente:

Antes de desembragar, empujar la palanca para situar el aparato en la posición de planeo;   después, desembragar y convencerse de que el cable cae efectivamente.

Hay que enseñar bien al alumno que en el vuelo cautivo, al contrario de en el vuelo libre, « tirando » como normal­mente de la palanca se obtiene mayor velocidad y « empu­jando» resulta menor velocidad.
Después se hace que el alumno alcance remolcado los 25 m. de altura y que describa una virada de 45º; hechos veinticinco o treinta vuelos en total, se lleva la altura a los 50 ó 60 m. largando 200 m. de cable, y entonces puede ya pedirse al alumno el aterrizaje en lugar fijado con vuelo en S. En general, bastan de tres a cuatro vuelos en S para que el alumno pueda hacer aterrizajes en lugar fijado que exijan virada completa. Hay que conceder, desde el principio, mucha importancia a los aterrizajes correctos sobre tres puntos y en lugar fijado.
Con el procedimiento de remolque por auto, como el vuelo cautivo dura mucho relativamente, el principiante tiene tiempo para compulsar el efecto de las maniobras de los mandos y puede corregir, sin peligro para él y para el planeador, los errores que cometa. Si no lo consigue, el pro­fesor que va en el auto le llevará dulcemente al suelo dis­minuyendo la velocidad.
La enseñanza por remolque con torno se hace no con un auto en marcha, sino con un auto fijo (fig. 85).
Para construir un torno de remolque se emplea un coche de 50 CV, por lo menos, al cual se le adiciona un tambor en una de las ruedas posteriores, siendo esta organización la más sencilla, tanto en cuanto a montaje como en su empleo, según se ha comprobado con miles de vuelos durante largos anos. Quizá haya mejores tornos, pero no tendrán la sanción de la larga experiencia que se tiene de este sistema.
El torno deberá estar provisto de una guillotina para cor­tar el cable en caso de necesidad; de un taquímetro para la velocidad del cable y de un termómetro para el agua del radiador. Además, hace falta un indicador de dirección de viento, que puede ser una pequeña manga de tela y un ane­mómetro, generalmente del tipo de cazoletas.
El coche-torno deberá calzarse de modo que no haya que temer deslizamientos ni vibraciones. Para los efectos eléctricos (Estos efectos son de mayor importancia de lo que se cree generalmente. La atmósfera es un campo eléctrico de intensidad media, en días normales, de 100 voltios por metro de altura. Así no es raro que una elevaci6n de 60 m. dé lugar a 5 ó 8000 voltios de diferencia de potencial. El que esto escribe ha visto caer al suelo a un hombre sacudido por la descarga eléctrica al tocar el cable de un globo cautivo. - N. del T.) hay que disponer una buena tierra, mediante un piquete que se clava en el suelo y que va unido a la masa del coche con un alambre. El cable de remolque tiene regu­larmente un diámetro de 3,5 a 4,2 mm., su longitud debe ser generalmente de 800 m., no debiendo bajar nunca de los 400 m. y deberá ir provisto de banderolas rojas y blancas que no puedan resbalar a lo largo de él. El tamaño de estas banderolas será de 30 x 30 cm.2, debiendo tener cuidado de no dañar el cable con las pinzas que las fijen al mismo.
Cuando hace mal tiempo es preferible emplear, como se­ñales, trozos de cámara de neumático que ya no sirva, por­que las banderolas de tela se ensucian mucho y se ven mal, por lo que hay que renovarlas frecuentemente. Para evitar defectos al envolar, el motor del torno deberá estar siempre a la temperatura debida. Si el tiempo es frío, convendrá tener un rato el motor en marcha antes de los ejercicios, y en los descansos abrigar el motor con una manta o lienzo a pro­pósito.
El que maneje el torno debe hacer que la tracción del cable empiece suavemente y, de un modo gradual, ir aumen­tando la velocidad hasta llegar a la necesaria para el remol­que, y después, cuando el cable esté ya muy pendiente, dis­minuirá poco a poco la velocidad; el mejor guía para la maniobra es el mismo aparato que envuela.
Hay que reconocer minuciosamente el avión. El embra­gue deberá ser engrasado diariamente y se le hará funcionar repetidas veces, montando y soltando el fiador para conven­cerse de su perfecto funcionamiento. Después del trabajo de cada día deberá limpiarse cuidadosamente. Hay que poner mucho cuidado en que el cable pueda ser desembra­gado siempre sin impedimento alguno.
Se advertirá al alumno, antes de despegar, que debe hacer un envuelo correcto y de ningún modo debe dejar que el aparato galope. Este efecto lo produce el cable cuando la inclinación es grande. También hay que hacer fijar bien la atención en lo dicho: antes de desembragar, empujar a fondo la palanca y entonces, ¡soltarse! Nunca empezar a virar sin haberse convencido bien de que el cable ha caído y se ha visto la señal de « cable al suelo ».
Una vez que al alumno se le han dado las instrucciones convenientes y se le ha advertido de todo lo que debe hacer, puede empezar el envuelo. El profesor, que está junto al aparato, se entiende con el que está en el torno por medio de un teléfono de campaña y mediante la conocida bandera blanca y roja da la señal de estar listo para envolar; después, a la segunda señal con la bandera, empieza el envuelo, pero no sin que sea repetida por el equipo del torno la señal con la bandera, dada desde el lugar donde está el aparato. Si hay alguna confusión, se desembraga el cable desde el avión y se habla por, teléfono lo que sea necesario con el conductor del torno.
Al extender y recoger el cable se debe cuidar de que vaya bien recto y que no se hagan lazos. Tales lazos podrían cortar a alguien un pie, al tesar el cable, silo hubiese metido en alguno de ellos inadvertidamente. Además, se comprende que el cable que ha caído debe quedar en el campo, si no hay personal que lo recoja. También hay que advertir que no debe haber nadie delante del torno, por si el cable se volviese con un tironazo brusco.
Si se toman todas las precauciones dichas y se cumplen exactamente, el remolque por auto o torno está completa­mente exento de peligro, siendo un medio inapreciable y magnifico para comenzar el vuelo a vela.
Termino con la recomendación diaria del profesor de vuelo por remolque y de sus alumnos: « Empujar a fondo la palanca y después desembragar ! »
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006