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Club de Planeadores Los Caranchos

Aeródromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa María  -  Provincia de Córdoba  - República Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Vuelo sin motor en la alta montaña
por HERMANN RUTHARDT

Los primeros ensayos de vuelo a vela que se hicieron en los Alpes fueron con apoyo orográfico, siendo los más cono­cidos los realizados por Groenhoff, en el año 1931, desde la Jungfrau.
Así que puede decirse que casi no había antecedente alguno cuando en el año 1936 decidieron estudiar los Alpes, en lo referente al vuelo a vela, los grupos de vuelo de los técnicos y especialistas de Aquisgrán, Darmstadt y Munich, así como el DFS. El objeto que se perseguía con esta expedición era atravesar los Alpes de Norte a Sur, para conseguir lo cual había tres posibilidades de vuelo, es decir : 1.º, vuelo con apoyo en la ascendencia de ondulación ; 2.º, vuelo con apoyo orográfico, y 3.º, vuelo con apoyo térmico.
El vuelo con apoyo en la ondulación del aire por la acción de la montaña no se pudo realizar, pues ni en 1936 ni en 1937 se presentó la situación meteorológica favorable para que se produjera el fenómeno necesario.
La travesía con apoyo orográfico fracaso porque, con viento, la mayor parte de las veces el tipo de tiempo que domina en uno de los lados de los Alpes es el debido al efecto de acumulación (Se refiere el autor a las circunstancias examinadas en el caso b) del capitulo que trata de la ascendencia de ondulación, en donde se ve que en la región de barlovento no se presentan ascendencias de importancia. - N del T.). Aun prescindiendo de esta circunstancia, el simple hecho de tener que atravesar valles muy anchos presenta ya dificultades muy grandes. Las situaciones me­teorológicas que se observaron nunca dejaron de ir acom­pañadas del efecto de acumulación.
Así sólo quedó como utilizable la explotación de las condiciones térmicas y la tentativa de travesía apoyándose en ellas.


Fig. 149. Groenhoff volando con el Fafnir en la región de la Jungfrau

En 1936 se escogió Prien, en el lago Chiem, como punto de salida. Muy pronto se pudo comprobar que la térmica que pudiese utilizarse, en oposición a lo que se había su­puesto en un principio, solamente se presentaba sobre los montes y sus laderas y no en los valles, y, sobre todo, las laderas orientadas al Sur muy soleadas eran las que proporcionaban las mejores ascendencias. En las laderas se despren­dían pompas térmicas mucho más fácilmente que en la lla­nura, únicamente que las circunstancias del fenómeno eran diferentes a las conocidas en los terrenos ordinarios, pues la pompa desprendida ascendía lamiendo la ladera hasta que un saliente determinaba su desprendimiento o, si no ocurría antes esto, hasta llegar a la cúspide, en donde ya emprendía su franco movimiento vertical.
El conocimiento de este modo de ser del fenómeno determinó el método del vuelo a vela en los Alpes. El camino que había de seguirse en un vuelo libre habría de ser sobre los altos picos y crestas, con lo que también se conseguía, en parte, dando un rodeo, evitar la travesía de los anchos valles.
En días de buena térmica se encontraron varias veces hasta ascendencias en las vertientes que miraban al Norte, porque el aire de las laderas del Sur, animado de un intenso movi­miento ascensional, arrastraba también el aire de las otras vertientes. Otra circunstancia que asimismo pudo apreciarse en la alta montaña es que las ascendencias son de reducidas dimensiones transversales y tienen una separación muy mar­cada con las descendencias.
También se vio que las condiciones de las ascendencias en las laderas orientadas al Sur estaban muy poco influidas por los vientos horizontales, si no eran fuertes.
Las crestas rocosas y los contrafuertes que de ellas salen, si tienen igual altura, se diferencian muy poco en cuanto a la intensidad de las ascendencias que producen. Sin embar­go, se tenía más gusto en volar sobre las crestas, porque en ellas se podía encontrar con más facilidad los lugares en los que se manifiestan las ascendencias. Las diferencias de configuración de las superficies de las rocas se revelan marca­damente en los movimientos ascendentes que toma el aire.
Además, en los días de buena térmica se observa en las montañas que el desprendimiento de pompas tiene efecto en sucesión muy rápida.
Si la base de las nubes está alta respecto a las crestas, el vuelo es relativamente fácil, mientras que con nubes a pequeña altura y una térmica débil el virar ceñido durante largo tiempo a pequeña altura sobre las rocas produce gran tensión de espíritu, por lo que en estos vuelos aprendí muy bien a apreciar, en todo su valor, la gran agilidad de virada y sensibilidad a los mandos del FS 16 « Wippsterz ». Las ascendencias de montaña están mucho más espaciadas unas de otras que las que se presentan en terreno llano, cosa que se debe tener en cuenta al elegir la ruta que ha de seguirse en el vuelo.
La información meteorológica era de gran importancia y estaba a cargo de dos meteorólogos del DFS, cuya colabo­ración contribuyó eficazmente a la travesía de los Alpes, por la exactitud y oportunidad con que suministraron sus informes.
El método seguido en los vuelos vino a destruir todas las previsiones que en los trabajos de preparación habían sus­citado las posibilidades de aterrizar; cuando las ascendencias se habían agotado, todavía era posible seguir volando a lo largo de los valles y buscar un sitio aceptable para aterrizar, aun cuando fuese de dimensiones reducidas.
En 1936 se hicieron vuelos a los Alpes de Kitzbühler, Tuxer y Zillertal, en el alto valle de Zillertal y hacia Inn­sbruck. Heini Dittmar consiguió llegar a Toblach volando sobre la cresta central alpina.
En virtud de los resultados conseguidos en aquella cam­paña, los citados grupos de vuelo de Aquisgrán, Darmstadt, Munich y, además, el de Stuttgart hicieron una nueva excursión en la primavera de 1937, dirigiéndose otra vez a Prien, en el lago Chiem, y, después de pasar allí una semana, se trasladaron a Salzburg, donde se celebraban las sesiones de la Istus.
El 30 de mayo se hicieron vuelos hacia Italia desde Salz­burg. Kracht, que fue el que envoló último, pudo llegar a la llanura al sur de Ossoppo, apoyándose bajo las desgarradas nubes de una tormenta. Karch que fue el primero en envolar y que, como los demás pilotos, hubo de evitar la tormenta, aterrizó en Pieve d'Alpago en las estribaciones de los Alpes Dolomíticos meridionales. Los otros tres pilotos, que éramos Hanna Reitsch, Ziegler y yo, aterrizamos en Pieve di Cadore. El 31 de mayo atravesó también los Alpes Osann aterri­zando en la llanura, en Buja (Para ver lo que supone las campañas y travesías citadas en este capí­tulo se debe consultar un atlas geográfico y buscar en él las localidades que se mencionan.
Así, por ejemplo: el lago Chiem está al norte del Tirol, a 540 m. de altitud, mientras que los Alpes, al Sur, tienen macizos que están por encima de los 3500 metros. La villa de Osoppo se encuentra al desembocar en la llanura el río Ta­gliamento, que deja a su derecha los Alpes Cárnicos y a su izquierda los Alpes Julianos. Pieve d’Alpago está en el valle del río Piave, que corre entre los Alpes Dolomíticos del Tirol a su derecha y los Cárnicos a su izquierda.
El macizo del Grossglockner, citado también, tiene una altitud de 3797 m.
El trayecto recorrido por estos pilotos con un velero supone 180 a 200 km. a través de las montañas más elevadas e intrincadas de Europa y representa uno de los más grandes esfuerzos del hombre por la conquista del aire con el vuelo sin motor. - N. del T.).
Después de envolar el 30 de mayo en Salzburg no fue nada fácil encontrar ascendencias en la baja montaña, pero en cuanto pude ganar altura fue relativamente fácil el vuelo sobre la Latten Gebirge y el Grosse Stadel Horn hacia el Steinernes Meer. Aproximadamente desde Selbhorn traté de llegar al Grossglockner apoyándome en la Hundstein, cerca de Zell am See, y luego en el Schwarzwand. Sin embargo, junto al Schwarzwand hube de volverme y volar otra vez hacia la Hundstein por haberse presentado una pausa en la formación de ascendencia. El siguiente avance me llevó otra vez al Schwarzwand y al pico Schwarz. La ascendencia cayó otra vez; pero, no obstante, volando con mucho cuidado pude pasar por el puerto del Grossglockner con muy pocos metros de altura sobre el suelo. Desde aquí ya fui constante­mente descendiendo por el valle del Möll y en las cercanías de Heiligenblut encontré nuevamente ascendencias que me elevaron mucho sobre las montañas, con lo que fui ya suave­mente hacia el puerto de Plöcken pasando sobre Ober-­Drauburg y entonces vi que era imposible seguir volando hacia el Sur, pues todo lo que alcanzaba la vista eran mon­tañas cubiertas de nubes. Afortunadamente disponía de altura que me permitía llegar a la llanura en vuelo planeado, aunque no sabía si me encontraría con descendencias en las nubes ni si las nubes se apoyaban en las montañas solamente o llegaban hasta la llanura, y no consideré prudente atravesar con un velero en vuelo sin visibilidad lo que quedaba de zona montañosa.
Una corazonada me hizo tomar la decisión de evitar los Alpes Dolomíticos dando un rodeo a lo largo de ellos hasta el Monte Peralba para, desde allí, bajar por el valle del Piave. Un viento contrario y una descendencia, seguramente pro­cedentes de la tormenta, me hicieron perder rápidamente la gran altura que tenía, así que pronto me encontré al nivel de las crestas y entonces entré en el valle. Ya era tiempo de buscar un lugar para aterrizar, que oportunamente hallé en Pieve di Cadore.
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Última modificación: 26 de Febrero de 2006